lunes, 13 de enero de 2014

Solitaria caracola

Las lágrimas del océano la abrazaron cálida y nostalgicamente, como el anochecer que precede al primer amanecer de verano. La arena le mostró sus tesoros más secretos y el viento suspiró en sus oídos la nana que inauguró sus días pero esta vez con un matiz que indicaba despedida. La luna contempló sus ojos por última vez, elogiando con reprendida envidia que en ellos latía un brillo que cualquier estrella de su cielo anhelaría. Todos acompasaron sus recuerdos al son de las olas y observaron con profunda tristeza la espuma que decoraba el borde del agua y el ingrávido adiós que quedó atrapado en una solitaria caracola.

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