lunes, 17 de febrero de 2014

No quedan sueños

No queda aroma en las mañanas que le reste insomnios al olvido. El café se derrama, como dogma de la rutina, sobre el periódico aún cerrado y los surcos marrones se desplazan con natural indiferencia entre los temas insustanciales que decoran el entretenimiento matutino. El viento, custodiando el legado de la atmósfera urbana, arrastra el fantasma de las hojas del otoño y transporta sin rumbo dos entradas de un concierto programado para la noche posterior. Los transeúntes se desplazan con una prisa calculada y sus buenos días se traducen en suspiros ahogados por el eco de los pasos. Algunos visten abrigos para evadirse de la falta de calidez que habita bajo su piel. Nadie piensa en hadas, ni en violines ni miradas. Nadie se acuerda de los fuegos artificiales, ni de las nubes con formas de animales sobre un cielo azul.

No quedan sueños en las noches que le añadan anhelo a la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario